Lo último que me dijo fue que
quería volar hacia el ocaso.
La palidez de su rostro y la
flacidez de sus sonrisa, delataban un ánimo desasosegado y abatido.
Antes, su pelo brillaba al sol,
sus ojos mostraban afán desmesurado por vivir, y solía reír a
carcajadas con los niños.
Un buen día todo cambió, dejó
de buscar la belleza en las cosas pequeñas, salía desaliñada a la
calle. Y yo preguntaba: ¿por qué?.
Amaba su mirada pícara y
malévola cuando quería gastarme una broma, y yo pregunté: ¿por
qué?.
Amaba cuando cantaba desafinando, y volví a preguntar: ¿por
qué?.
Nunca recibía respuesta, la última vez una caricia sobre la
piel de mi rostro, entonces comprendí, cuando el violáceo cerco que
rodeaba su brazo y los rasguños a medio curar de su cuello se me
mostraron desnudos del pañuelo y las mangas con que solía
cubrirlos.
Más que nunca pregunté: ¿por
qué?
Carmen Franco S.
(Por favor respetar autoría)
Imágenes descargadas de
Internet
Es bellisimo y terrible.
ResponderEliminarUn beso
Marian
Muy bonito dentro de lo triste del asunto.
ResponderEliminarun abrazo, Carmen.