domingo, 8 de agosto de 2010

EL COMIENZO



De niña presumía de poseer una gran imaginación. Eso me ayudaba a la hora de las redacciones en el cole, o durante los juegos infantiles, pero en casa, casi desde que empecé a escribir correctamente, canalizaba esa imaginación y me inventaba cuentos. Aún conservo algunos. No podía imaginar entonces que esa imaginación y esos cuentos, iban a suponer el comienzo de un gran sueño, y que 40 años después se vería cumplido.

A medida que iban pasando los años lo que escribía cambiaba de forma y estilo, pero lo que nunca cambiaba era que llegar a ser algún día una gran escritora, seguía siendo un sueño, y con el pasar de esos años más irrealizable.


No creía que nunca, nadie, repararía en mis relatos o en mis cuentos, tampoco los consideraba dignos de leer por alguien más que no fuera yo, pero seguía escribiendo.


El amor pasó por mi vida como por la de tantas personas, eso me dió una nueva fuente de inspiración, buena mezcla: la adolescencia, el amor y la poesía. Diarios llenos de pasión, inconformismo, amistad, todo un cúmulo de sensaciones y sentimientos que me ayudaban a completar páginas en blanco de un pequeño libro, con una pequeña cerradura y una minúscula llave. Los diarios dieron paso a cuadernos donde quería ir dejando constancia de mi  aún corta vida. Luego me hice adulta y esos cuadernos empezaron a hacerse un poco grandes para mi, ya no podía escribir todo lo que me ocurría, todo lo que sentía, si alguien lo leía podía sentirse herido o incluso sentirme yo misma avergonzada. Me casé y tuve hijos, renové mis ganas de escribir, ahora podía contar mi experiencia como madre, investigaba con mi primer hijo, contaba cómo mi corazón se revolvía de angustia al oirlo llorar, o cómo saltaba de regocijo al escuchar su risa. 


Comencé a escribirle cuentos, al principio eran todos dedicados a ella, luego tuve que compartirlos con su hermana, fueron unos años variadamente literarios.


Pasaron bastantes años en los que apenas escribía, tuve que dejar mi sueño de escritora para dedicarme a mi pasión como madre y esposa, exactamente diecisiete, hasta que por ley de vida, mis hijas abandonaron el nido y comenzarón a formar el suyo propio. Entonces y teniendo como detonante un suceso trágico en mi vida, y aunque parezca una paradoja, fue cuando mi sueño comenzó a cumplirse.





Carmen F.S.

2 comentarios:

  1. Me siento privilegiada de hacer el primer comentario en tu "Comienzo".
    Me encanta tu forma de contar, sabes llegar a la gente.
    besos, amiga.
    Pury

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  2. Me gusta, me gusta y me gusta. Gracias por compartir este rinconcito.
    Un besazo enorme
    Marian

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