sábado, 6 de agosto de 2011

MADERA VIVA



Es lo último que veo al acostarme y lo primero al levantarme.
Miro hacia afuera y ahí está. Según el sol le refleje, me mira con ojos tristes o llenos de luz. El bamboleo de sus brazos, y el susurro de los cantos que encierran sus entrañas me hacen entornar los ojos para meditar.

Veinticuatro años juntos; le vi crecer, hacerse adulto mientras me observaba. Yo también crecía, pero sólo él me veía por dentro tal cual era. Sólo él me vio llorar, gritar, reir, quejarme de mi dolor, y nunca, nunca decía nada. Pero yo sabía que estaría ahí cuando lo necesitara, cuando ya no pudiera más.

La lluvia le gusta, le limpia el polvo acumulado con los meses, y cuando lo toca, lo que antes era un susurro, después se convierte en una bella canción.

A veces creo que sus brazos alcanzarán mi ventana y abrazarán mi cansado cuerpo, pero se retira... el viento no le deja llegar hasta mí. Otras veces no le oigo; calla. Sé que el aire se llevó esa parte de él que me daba la calma, y miro a través de los cristales pero no le encuentro. Sólo algunos fragmentos rocían la acera y su esquelético cuerpo me hace llorar. Pero enseguida, me consuelo pensando que en apenas tres meses volverá y de nuevo sentiré el fresco olor a eucalipto que desprende su alma.

Carmen Franco (Miembro de la revista Speculum y del Club de Letras de la UCA)
Fotos :Extraídas de Internet


2 comentarios:

  1. Pero que maravilloso, Carmen.
    Me ha encantado!!! Vaya un homenaje que le has hecho a ese Eucalipto, ya puede estar feliz, quien fuera Eucalipto!! jajjajajajajajjaj

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  2. Tú, que me quieres demasiado. Muuuaccc.
    Carmen

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