EL
INICIO
Adelaida
se sentía una niña feliz, sus padres la adoraban y disponía en su
corta vida, siete años, de todo aquello que pudiera desear. Gustaba
de que su padre la llevara a pasear al parque, allí daba de comer a
las palomas o montaba en su bicicleta.
Un
día , después de que la mamá le hubiera puesto a ella un bonito
chándal rosa regalo de la abuela, se dirigieron a “La Rosaleda”.
Como
era habitual en sus salidas al parque, primero entraban paseando
mientras Adelaida caminaba junto a su bicicleta, pero éste día era
distinto. Frente al banco desde donde su padre solía observar cómo
ella daba de comer a las palomas oyó risas, y fijó su atención en
un grupo de niños que sentados sobre la yerba y en corro, leían
libros. Con mirada interrogadora dirigió sus ojos hasta su padre,
que comprendiéndola, sin palabras, hizo un gesto de aprobación y
que Adelaida aprovechó para dejar caer todas las migas de pan al
suelo , y salir corriendo hacia donde se encontraban los niños.
Nadie
se distrajo, era como si ella fuera invisible, pero no, alguien, una
niña, la más cercana a Adelaida, alargó su pequeño bracito, puso
en las manos de la recién llegada un libro en cuya portada se
entremezclaban dibujos llenos de colores y continuó con su lectura.
Adelaida
siguió yendo al parque con su padre, luego ya mayorcita a solas, y
aún ahora que la madurez ha alcanzado su vida, sigue acudiendo cada
vez que puede, pero desde aquel día en que se unió a un corro de
niños para compartir un libro, sólo lo hace para tras pasear,
sentarse en la yerba y leer.
Imagen descargada de Internet
Autora del relato: Carmen Franco Sánchez
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