lunes, 15 de junio de 2015


EL INICIO



Adelaida se sentía una niña feliz, sus padres la adoraban y disponía en su corta vida, siete años, de todo aquello que pudiera desear. Gustaba de que su padre la llevara a pasear al parque, allí daba de comer a las palomas o montaba en su bicicleta.

Un día , después de que la mamá le hubiera puesto a ella un bonito chándal rosa regalo de la abuela, se dirigieron a “La Rosaleda”.
Como era habitual en sus salidas al parque, primero entraban paseando mientras Adelaida caminaba junto a su bicicleta, pero éste día era distinto. Frente al banco desde donde su padre solía observar cómo ella daba de comer a las palomas oyó risas, y fijó su atención en un grupo de niños que sentados sobre la yerba y en corro, leían libros. Con mirada interrogadora dirigió sus ojos hasta su padre, que comprendiéndola, sin palabras, hizo un gesto de aprobación y que Adelaida aprovechó para dejar caer todas las migas de pan al suelo , y salir corriendo hacia donde se encontraban los niños.
Nadie se distrajo, era como si ella fuera invisible, pero no, alguien, una niña, la más cercana a Adelaida, alargó su pequeño bracito, puso en las manos de la recién llegada un libro en cuya portada se entremezclaban dibujos llenos de colores y continuó con su lectura.



Adelaida siguió yendo al parque con su padre, luego ya mayorcita a solas, y aún ahora que la madurez ha alcanzado su vida, sigue acudiendo cada vez que puede, pero desde aquel día en que se unió a un corro de niños para compartir un libro, sólo lo hace para tras pasear, sentarse en la yerba y leer.






Imagen descargada de Internet

Autora del relato: Carmen Franco Sánchez



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